Históricamente, se observa que el crecimiento y desarrollo económicos de los países está condicionado por la disponibilidad de sistemas de comunicaciones y transportes económicamente eficientes, ya que estos permiten la ampliación de los mercados locales y hacen posible el desarrollo de la producción a gran escala, a la vez que aumenta la eficiencia y productividad del capital, lo que significa una mayor competitividad de los productos locales en los mercados nacionales e internacionales (Sanabria Gómez, 2008).